miércoles, 21 de noviembre de 2012

Lumbier y su extinto potencial alfarero

 
 
 
  
Lumbier y su extinto potencial alfarero
 
 
Esteban Labiano mide un cántaro para su catalogación.. DN
Esteban Labiano mide un cántaro para su catalogación.. DN
 
Pucheros, jarras, tinajas, orzas, huchas, macetas, escudillas, botijos, tazas, cántaros... No había hasta hace 50 años prácticamente un hogar donde no se pudiera encontrar alguna de estas piezas de cerámica. Vasijas de múltiples utilidades que, en muchos casos, sobre todo en el noreste navarro, procedían de Lumbier. No en vano, allí se produjeron al menos desde el primer lustro del siglo XVI y hasta mediados del XX millares de estas piezas de alfarería. Una industria potente que empleó a decenas de lumbierinos y cuya memoria rescata ahora el libro Alfarería de Lumbier.

Su autor, el investigador de 51 años Fernando Hualde Gállego, se embarcó en este proyecto casi por casualidad, cuando se propuso catalogar su propia colección de 40 piezas de alfarería que décadas y siglos atrás habían llegado a su casa (casa Esandi de Isaba) a través de los alfareros de Lumbier. Constató que la mayoría las hicieron esos alfareros, y que otras, las menos, procedían de Naval (Huesca) y de Breda (Girona), pero que habían sido comercializadas también por los lumbierinos.

Vio así cómo el estudio podría ser más amplio y, de la mano del lumbierino Esteban Labiano, acometió la tarea de localizar y catalogar piezas de alfarería de Lumbier en diferentes casas y localidades. En el libro se recogen 329 piezas (hasta 34 modelos de vasijas), analizadas entre 2011 y 2012 en Badostáin (1), Burgui (38), Isaba (48), Liédena (40), Lumbier (175) y Sangüesa (27). La catalogación continuará. El libro también repasa la historia, documentos, herramientas o formas trabajo.
"La alfarería fue antaño un eje principal y un motor de la economía de Lumbier, una industria que llegó a aunar a hasta una veintena de familias, alguna de ellas incluso con más de un horno en casa", destaca Fernando Hualde.

LA TIERRA DE LUMBIER
¿Por qué se convirtió Lumbier en un municipio alfarero? "Ante todo, porque tenía buena tierra, arcillosa y de calidad. Contaba además con tierra roja y tierra blanca, que los alfareros podían mezclar a su antojo, según el tipo de vasijas a realizar", explica.

El propio alcalde de Lumbier, Mauro Gogorcena, se mostró "muy satisfecho" con este libro que recupera "una parte clave de la memoria local" (lo edita Lamiñarra, tiene 256 páginas, y se vende a 16 euros en el estanco de Lumbier y en librerías de Pamplona). Destacó que la tierra se obtenía "en el paraje Lardín", y que las casas con hornos estaban ubicadas en la zona actual de las calles de los Olleros y del Horno, con orientación sur, aprovechando así al máximo el sol para secar piezas.

PARA ALIMENTOS
Hualde explicó que "las piezas de cerámica y alfarería se usaban mucho, sobre todo para conservar, preparar y servir alimentos". "Cada casa podría tener una media de 40 o 50 piezas, y tenían por lo general una vida larga, aunque era normal con tanto uso que se acabaran rompiendo". "Analizando las 329 catalogadas, se ve que cuanto más cerca estaba la casa de Lumbier, más recientes son, porque era más fácil comprar nuevas. Más lejos, en el Pirineo, por ejemplo, hay muchas más restauradas con alambre o grapas", dice.

Fueron los alfareros de Lumbier sagas familiares que manufacturaban vasijas y salían a venderlas "pueblo a pueblo, casa a casa, con caballerías y carros". Los últimos alfareros fueron los hermanos Francisco y Juan José Rebolé, y Tomás Pérez, éste hoy de 82 años. Se conservan hornos como los de los Goyeneche y los Beroiz.
 
 
 
 
 
  


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