"Los alfareros fueron el motor de la economía de Lumbier durante durante siglos"
Un Hualde sonriente espera la salida de su libro. (Oskar Montero) |
PAMPLONA. Sin quitar mérito a ningún otro de sus diez libros como autor exclusivo, confiesa Hualde que con esta obra ha percibido que ha hecho una auténtica aportación a un tema importante sobre el que existía un gran vacío. Al cabo de los años, de obras y artículos sobre etnografía.
¿Era ésta una asignatura pendiente?
Claro que sí. Cuando hace dos años me propongo catalogar las piezas de mi casa en Isaba, sé que 40 proceden de Lumbier. Pero cuando quiero completar el trabajo soy consciente de lo poco que se ha recogido a lo largo del tiempo y me pongo a ello. El resultado es este libro.
¿Qué objetivos se marca?
Fundamentalmente que la gente tome conciencia del valor de las piezas que tiene en su casa, que las saquen del olvido en algunos casos y que las cuiden. Por otra parte, rescatar la memoria y poner en su sitio a los alfareros, que fueron el motor de la economía de Lumbier durante siglos. De ella comió todo el pueblo, por lo que no se comprende muy bien que nadie les haya reconocido su labor, salvo el historiador local Eusebio Rebolé. Tan sólo hay en el pueblo una calle con su nombre y un pequeño rincón en el Centro de Interpretación que recuerda su tarea.
¿Cuál es la aportación de su obra?
Considero que es una historia bastante completa, que no se puede dar por cerrada, desde el siglo XVI hasta la primera mitad del XX. En la segunda desaparece la actividad. Cuando trabajas en los archivos te encuentras documentos que se podrían seguir aportando. Estamos hablando de 260 páginas que contienen textos e imágenes de 329 piezas catalogadas. Para este trabajo, la colaboración de Esteban Labiano, vecino de Lumbier, ha sido fundamental, y también su disposición para animar a los vecinos. Hemos identificado 34 modelos diferentes. De ellas, 175 proceden de las casas de Lumbier; el resto, de Sangüesa, Liédena, Badostain, Burgui e Isaba. En él encontramos todo el proceso de elaboración de las vasijas, con el nombre de cada una de ellas, la identificación, utilidad, generalmente asociadas al uso doméstico, aunque también contiene los propios caprichos de cada alfarero, y sus peculiares firmas: con el nombre o con el pulgar.
¿Otras curiosidades?
Nos encontramos ante la instantánea de los últimos alfareros. En alguna casa incluso hallamos piezas de la última hornada en el lugar donde se elaboraban y vasijas envueltas en papel de periódico, quizás para su venta. Cuanto más nos vamos alejando de Lumbier, encontramos cerámica más antigua. La necesidad de repararla nos muestra la técnica del grapado invisible y muy logrado, y la de impermeabilización, en función de su uso, bien para conservar los alimentos en adobo o en escabeche.
Cataloga la obra de bastante completa. ¿Qué quedaría pendiente?
Con esto nunca se acaba. Estoy trabajando en otros dos libros, Indumentaria de Roncal y El Ferrocarril El Irati, y me sigo encontrando documentos de los alfareros de Lumbier. Se podría ampliar desde la importancia de su comercialización, estudiar las áreas de venta: Aragón, la Ribera de Navarra... Llegaron a importar de Breda (Girona) tal vez porque aumentó la demanda. Queda campo abierto.
Fuente: Noticias de Navarra
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