sábado, 1 de septiembre de 2012

25 años de gaitas





Daniel Abaurrea, Luis Sancet e Iñigo Klariana celebran su trayectoria

25 años de gaitas
Luis Sancet Burgui, Daniel Abaurrea e Iñigo Klariana Allo, ayer por la mañana en un recreo.
Luis Sancet Burgui, Daniel Abaurrea e Iñigo Klariana Allo, ayer por la mañana en un recreo. (Marian Zozaya)
Lumbier. Lumbier ha contado siempre con la música de los suyos. La banda, la banda municipal, la txaranga, y desde hace veinticinco años las gaitas se escuchan en la localidad gracias a la afición de Daniel Abaurrea y Luis Sancet, que junto al tambor de Rafa Beorlegui se convirtieron en los primeros gaiteros. Con la marcha de este último por motivos laborales, ocupó su lugar Iñigo Klariana.
 
Estos días de fiestas patronales celebran su andadura conjunta, y no dejan de recibir espontáneas felicitaciones por la calle. La sorpresa mayúscula la recibieron la víspera, cuando familiares y amigos les brindaron un sencillo homenaje en el marco de la comida anual organizada por la izquierda abertzale. También el Ayuntamiento se sumó al reconocimiento desde las páginas del programa de fiestas.
 
Veinticinco años dan para recordar. Corría el año 1986 cuando comenzaron a ensayar en aquel viejo cuartel de la Guardia Civil. Javier Lakunza fue su maestro aquel curso en el que se inscribieron para aprender a tocar un instrumento que habían escuchado desde pequeños, aunque en Lumbier no los hubiera.
 
Antaño, recuerdan, las fiestas locales comenzaban con la llegada de los gaiteros en el tren Irati, a cuyo encuentro salían los vecinos y vecinas para subir al pueblo bailando al son de sus instrumentos. " Siempre habíamos visto a los gaiteros, y cuando tuvimos la posibilidad de aprender, nos apuntamos". De aquel primer grupo, salieron Sancet, Abaurrea y Beorlegui, tras dos años de cursillo, "aprovechando todos los locales que nos dejaban para ensayar; después en nuestras casas, llevamos a cabo un trabajo personal; nos hicimos pareja y nos echamos a la calle con su primer tema a una voz: el popular de la época:"Que se vayan, se vayan, se vayan". Se unieron a la comparsa y desde entonces, su presencia está vinculada a las fiestas más importantes de la villa, así como a todas las movidas populares, improvisadas o no, a las que se apuntan.
 
Hacia 1990 se convirtieron en los gaiteros oficiales del Ayuntamiento, con sus derechos y obligaciones. Un año más tarde, llevaron sus gaitas a Otsagabia, localidad salacenca a la que les unen fuertes lazos de relación. "Hacemos también intercambios con Aoiz, salidas a Aezkoa, Irurtzun y a dónde nos llaman", apuntan al tiempo que reconocen que los años van pasando y las reducen porque han formado sus familias, y las cosas han cambiado.
 
¿y el futuro? El paso del tiempo y su afición a la música hace que los gaiteros de Lumbier se planteen el devenir. Abaurrea, Sancet y Klariana se quedaron solos, pero bien recuerdan la década en la que compartieron calle y fiestas con Santiago y Marian Burguete, junto a Luis Machín. Están dispuestos a enseñar y expresan su deseo de que se anime la gente. "Nos relajaría mucho compartir las salidas", aseguran. La tarea es importante en fiestas. Durante seis días tocan las dianas, acompañan a la comparsa, interpretan el baile de la Era. El resto del año cumplen con su compromiso por San Isidro y La Virgen, 14 y 15 de agosto, "y extraoficialmente, cubren Olentzero, carnavales y otras fiestas populares. "De momento, hay cuerda", afirman mientras lanzan la invitación al aprendizaje. "Hace cuatro años dimos un cursillo a chavales de 13 y 14 años. Ellos tienen mucha facilidad para la música, pero no cuajó. Seguimos abiertos y si hay demanda, nos gustaría enseñar".
 
Mientras tanto, disfrutan de lo logrado: una buena sintonía y una relación extraordinaria. "Somos amigos, una familia. Sin este ambiente no habríamos podido llegar hasta aquí", aseveran. Viven el privilegio de compaginar su afición por la música con la fiesta y resumen lo que les ha aportado la gaita: "estar en la calle, relacionarnos de forma diferente, y una vida bastante rica". Se plantean nuevos retos, actuaciones concretas con la banda y la txaranga, y ampliar su ya amplio repertorio para cantar y bailar: polcas, danzas populares, Arin-arin, mejicanas, según el momento, "el nuestro y el de la gente que nos rodea", expresan mientras reconocen que no destacan ninguna pieza en especial.
 
Ayer cumplieron con el día de San Ramón, acompañando a los corporativos a la iglesia.La plaza de los Fueros y la calle Mayor fue su escenario. Tras la misa, sonaron sus gaitas y desde las escaleras, el alcalde, Mauro Gogorcena, y los concejales de su grupo, la Agrupación Independiente, a quienes visitó el consejero de Desarrollo Rural, José Javier Esparza, siguieron junto a los vecinos los bailes de los gigantes. Ronda jotera y vacas completaron el día grande, desprovisto de otros actos más concentrados este año en el domingo.
 
Todas las noches, el sonido fuerte y alegre de tambor y gaitas llenan la plaza. Los gaiteros gozan desde lo alto de la escalera "con unos bailables muy participativos". El día de San Ramón, comparten con la txaranga y brindan otro momentico de las fiestas: la Era conjunta. Y la plaza se queda pequeña para seguir la combinación de sonidos.
 
 
 
 


 

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